Poesías de Manuel Acuña

Portada
Garnier Hnos., 1894 - 384 páginas
 

Páginas seleccionadas

Contenido

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 227 - ¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto, y al grito en que te imploro te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
Página 229 - A veces pienso en darte mi eterna despedida, borrarte en mis recuerdos y hundirte en mi pasión; mas si es en vano todo y el alma no te olvida, ¡qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida; qué quieres tú que yo haga con este corazón!
Página 254 - Oye, ven a ver las naves, están vestidas de luto, y en vez de las golondrinas están graznando los buhos . . . El órgano está callado, el templo solo y oscuro, sobre el altar ... ¿ Y la virgen por qué tiene el rostro oculto? ¿ Ves ? . . . En aquellas paredes están cavando un sepulcro, y parece como que alguien solloza allí junto al muro. ¿Por qué me miras y tiemblas? ¿Por qué tienes tanto susto? ¿Tú sabes quién es el muerto? ¿Tú sabes quién fue el verdugo?
Página 127 - La tumba sólo guarda un esqueleto, Mas la vida en su bóveda mortuoria Prosigue alimentándose en secreto. Que al fin de esta existencia transitoria...
Página 124 - Tú, sin aliento ya, dentro de poco volverás a la tierra ya su seno que es de la vida universal el foco. Y allí, a la vida en apariencia ajeno, el poder de la lluvia y del verano fecundará de gérmenes tu cieno. Y al ascender de la raíz al grano, irás del vegetal...
Página 231 - Esa era mi esperanza... Mas ya que a sus fulgores se opone el hondo abismo que existe entre los dos, ¡ Adiós por la vez última, amor de mis amores; la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores; mi lira de poeta, mi juventud, adiós!
Página 231 - IX ¡Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño, mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño, sino en amarte mucho bajo el hogar risueño que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
Página 250 - Después, a la fatiga cediendo poco a poco, me dormí, y al dormirme sentí en sueños que ella me daba un beso y mi madre otro. ¡Oh sueño, el de mi vida más santo y más hermoso! ¡Qué dulce has de haber sido cuando aún muerto gozo con tu recuerdo de este modo!
Página 228 - Comprendo que tus besos jamás han de ser míos, comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás...
Página 123 - Y suponiendo tu misión cumplida se acercarán a ti, y en su mirada te mandarán la eterna despedida. Pero, ¡no! ... tu misión no está acabada, que ni es la nada el punto en que nacemos ni el punto en que morimos es la nada.

Información bibliográfica