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profesional, la Joconda... Serás su pintor... La pintarás en todas posturas y en todas formas, a todas las luces, vestida y sin ves-. tir...

-Joaquín!

-Y así la inmortalizarás. Vivirá tanto como tus cuadros vivan. Es decir, vivirá, no! Porque Helena no vive; durará. Durará como el mármol, de que es. Porque es de piedra, fría y dura, fría y dura como tú. Montón de carne...!

-No te sulfures, te he dicho.

-Pues no he de sulfurarme, hombre, pues no he de sulfurarme! Esto es una infamia, una canallada!

Sintióse abatido y calló, como si le falta-, ran palabras para la violencia de su pasión,

-Pero ven acá, hombre-le dijo Abel con su voz más dulce, que era la más terrible-y reflexiona. Iba yo a hacer que te quisiese si ella no quiere quererte? Para novio no le

eres...

-Sí, no soy simpático a nadie; nací condenado.

-Te juro, Joaquín...

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-No jures!

-Te juro que si en mí sólo consistiese, Helena sería tu novia, y mañana tu mujer. Si pudiese cedértela...

-Me la venderías por un plato de lentejas, no es eso?

-No, vendértela no! Te la cedería gratis y gozaría en veros felices, pero...

-Sí, que ella no me quiere y te quiere a ti, no es eso? -Eso es!

-Que me rechaza a mí, que la buscaba, y te busca a ti, que la rechazabas.

-Eso! Aunque no lo creas; soy un sèducido.

—Qué manera de darte postín! Me das asco!

-Postín?

-Sí, ser así, seducido, es más que ser seductor. Pobre víctima! Se pelean por ti las mujeres...

-No me saques de quicio, Joaquín...

-A ti? Sacarte a ti de quicio? Te digo que esto es una canallada, una infamia, un crimen... Hemos acabado para siempre!

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Y luego, cambiando de tono, con lágrimas insondables en la voz:

-Ten compasión de mí, Abel, ten compasión. Ve que todos me miran de reojo, ve que todos son obstáculos para mí... Tú eres joven, afortunado, mimado, te sobran mujeres... Déjame a Helena, mira que no sabré dirigirme a otra... Déjame a Helena... -Pero si ya te la dejo...

-Haz que me oiga; haz que me conozca; haz que sepa que muero por ella, que sin ella

no viviré... in

-No la conoces...

-Sí, os conozco! Pero, por Dios... Júrame que no has de casarte con ella...

Y quién ha hablado de casamiento? -Ah, entonces es por darme celos naďa más? Sí, ella no es más que una coqueta... peor que una coqueta, una...

-Cállatel-rugió Abel. Y fué tal el rugido, que Joaquín se quedó callado, mirándole.

-Es imposible, Joaquín; contigo no se puede! Eres imposible!

Y Abel marchóse.

«Pasé una noche horrible-dejó escrito en »su Confesión Joaquín—volviéndome a un »lado y otro en la cama, mordiendo a ratos »la almohada, levantándome a beber agua »del jarro del lavabo. Tuve fiebre. A ratos me »amodorraba en sueños acerbos. Pensaba, »matarles y urdía mentalmente, como si se »tratase de un drama o de una novela que »iba componiendo, los detalles de mi san»grienta venganza, y tramaba diálogos con »ellos. Parecíame que Helena había querido »afrentarme y nada más, que había enamo»rado a Abel por menosprecio a mí, pero que »no podía, montón de carne al espejo, que»rer a nadie. Y la deseaba más que nunca y »con más furia que nunca. En alguna de las »interminables modorras de aquella noche »me soñé poseyéndola y junto al cuerpo frío »e inerte de Abel. Fué una tempestad de maslos deseos, de cóleras, de apetitos sucios, de »rabia. Con el día y el cansancio de tanto su«frir volvióme la reflexión, comprendí que no »tenía derecho alguno a Helena, pero empe»cé a odiar a Abel con toda mi alma y a pro*ponerme a la vez ocultar ese odio, abonarlo,

a

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--Sí, insoportable!

-No, él es reconcentrado, altivo por dentro, terco, lleno de sí mismo, pero es bueno, honrado a carta cabal, inteligente, le espera un brillante porvenir en su carrera, te quiere con delirio...

-Y si a pesar de todo eso no le quiero yo? -Pues debes entonces desengañarle.

-Y poco que le he desengañado! Estov harta de decirle que me parece un buen chico, pero que por eso, porque me parece un buen chico, un excelente primo—y no quiero hacer un chiste,-por eso no le quiero para novio con lo que luego viene.

--Pues él dice...

-Si él te ha dicho otra cosa, no te ha dicho la verdad, Abel. Es que voy a despedirle y prohibirle que me hable siendo como es mi primo? Primo! Qué gracia!

-No te burles así.
-Si es que no puedo...

-Y él sospecha más, y es que se empeña en creer que puesto que no quieres quererle a él, estás en secreto enamorada de otro...

-Eso te ha dicho?

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