Abel SanchezNoBooks Editorial, 1 nov 2011 - 127 páginas Abel Sánchez (subtitulada Una historia de pasión) es una novela escrita por Miguel de Unamuno en 1917. Aunque su estilo es más realista que la de sus nivolas, en ella pueden encontrarse los rasgos fundamentales de la narrativa unamuniana. |
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... arte, y hasta una arte bella, en que cabía inspiración poética. Otras veces, en cambio, daba menospreciar las bellas artes, enervadoras del espíritu, exaltando la ciencia, que es la que eleva, fortifica y ensancha el espíritu con la ...
... arte, y hasta una arte bella, en que cabía inspiración poética. Otras veces, en cambio, daba menospreciar las bellas artes, enervadoras del espíritu, exaltando la ciencia, que es la que eleva, fortifica y ensancha el espíritu con la ...
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... arte haciendo la rueda. ¿No había acaso nacido para eso? Joaquín apenas dormía. -Está peor que nunca -le dijo a Abel-. Ahora es cuando juega conmigo. ¡Me va a matar! -¡Naturalmente! Se siente ya belleza profesional... . -¡Sí, la has ...
... arte haciendo la rueda. ¿No había acaso nacido para eso? Joaquín apenas dormía. -Está peor que nunca -le dijo a Abel-. Ahora es cuando juega conmigo. ¡Me va a matar! -¡Naturalmente! Se siente ya belleza profesional... . -¡Sí, la has ...
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... -, sino apoyo para una ambición inmensa. Tenía que aplastar con la fama de mi nombre la fama, ya incipiente, de Abel; mis descubrimientos científicos, b d d d d h b obra de arte, de verdadera poesía, tenían que hacer sombra.
... -, sino apoyo para una ambición inmensa. Tenía que aplastar con la fama de mi nombre la fama, ya incipiente, de Abel; mis descubrimientos científicos, b d d d d h b obra de arte, de verdadera poesía, tenían que hacer sombra.
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Miguel de Unamuno. obra de arte, de verdadera poesía, tenían que hacer sombra a sus cuadros. Tenía que llegar a comprender un día Helena que era yo, el médico, el antipático, quien habría de darle aureola de gloria, y no él, no el pintor ...
Miguel de Unamuno. obra de arte, de verdadera poesía, tenían que hacer sombra a sus cuadros. Tenía que llegar a comprender un día Helena que era yo, el médico, el antipático, quien habría de darle aureola de gloria, y no él, no el pintor ...
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